Causas de la inflamación: descubre qué le provoca al organismo
¿Alguna vez te has preguntado por qué te duelen las articulaciones o tienes esa sensación de calor en la zona de una herida? Esa respuesta suele estar en la inflamación. No es algo raro; es una señal de que el cuerpo está trabajando para protegerte.
Para entender mejor, hay que separar lo que viene de dentro del cuerpo y lo que llega de fuera, como la comida o el ambiente. Ambas cosas pueden activar la respuesta inflamatoria y, si sabes reconocerlas, puedes actuar antes de que el problema empeore.
Factores internos que provocan inflamación
El primer grupo incluye procesos que ocurren en el propio organismo. Las infecciones bacterianas o virales son los gatillos clásicos: el sistema inmunitario libera sustancias que aumentan el flujo sanguíneo y atraen células de defensa.
Otra causa interna muy frecuente son los trastornos autoinmunes. En enfermedades como la artritis reumatoide, el propio sistema ataca tejidos sanos y genera inflamación crónica, que daña articulaciones y órganos.
El exceso de grasa corporal también juega su papel. El tejido adiposo produce hormonas y citoquinas que mantienen el cuerpo en un estado de inflamación leve pero constante, lo que favorece problemas como la diabetes tipo 2.
No hay que olvidar el estrés. Cuando estás bajo presión, el cuerpo libera cortisol y adrenalina, y esto puede activar la inflamación, sobre todo si el estrés se mantiene por mucho tiempo.
Factores externos y hábitos que inflaman
En el día a día, la dieta es uno de los culpables más habituales. Alimentos procesados, azúcares refinados y grasas trans estimulan la producción de moléculas inflamatorias. Cambiar a una dieta rica en frutas, verduras y omega‑3 ayuda a calmar esos procesos.
El consumo de alcohol y tabaco también alimenta la inflamación. El etanol irrita la mucosa gástrica y los componentes del humo del cigarro dañan los vasos sanguíneos, provocando respuestas inflamatorias.
La falta de ejercicio es otro factor externo. Un cuerpo sedentario pierde la capacidad de regular la inflamación. Actividades suaves, como caminar 30 minutos al día, favorecen la producción de sustancias antiinflamatorias.
Por último, la exposición a contaminantes ambientales, como el polvo o productos químicos, puede irritar vías respiratorias y piel, generando inflamación local o sistémica.
Identificar la causa de la inflamación es el primer paso para controlarla. Observa cuándo aparecen los síntomas y relaciona esos momentos con tu estilo de vida o con alguna infección reciente.
Si notas inflamación persistente, consulta a un profesional. Un médico puede pedir análisis de sangre para detectar marcadores inflamatorios y recomendar el tratamiento adecuado.
En casa, puedes reducir la inflamación con remedios simples: aplicar frío en la zona afectada, mantener una hidratación adecuada y dormir entre 7 y 8 horas cada noche. Estos hábitos potencian la capacidad del cuerpo para recuperarse.
Recuerda que la inflamación no siempre es mala; es una respuesta natural que, cuando se controla, protege tu salud. Conocer sus causas te permite actuar a tiempo y vivir con menos molestias.
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